Predicar con sencillez y poder del Espíritu (1 Corintios 2:1–5)

Aprender a confiar en el poder y la guía del Espíritu Santo en vez de en nuestras propias capacidades, para que la fe de los demás (y la nuestra) esté fundada en Dios, no en logros humanos.

Vivimos en una cultura que valora la elocuencia, la preparación y la autosuficiencia. Nos enseñan a “creer en nosotros mismos” y a confiar en nuestros talentos y recursos. Pero Pablo, uno de los líderes más influyentes del cristianismo, admite que no llegó a Corinto con discursos impresionantes ni sabiduría humana, sino con temor y sencillez. Su secreto fue depender por completo del poder del Espíritu Santo. ¿Te imaginas qué podría hacer Dios a través de ti si te atrevieras a depender menos de tus habilidades y más de Él?

• ¿Te has sentido alguna vez inseguro o poco preparado para servir a Dios o compartir tu fe?
• ¿En qué actividades o roles tiendes a confiar más en ti mismo que en el poder de Dios?
• ¿Qué piensas cuando ves a personas que, sin ser “expertas”, impactan la vida de otros por su fe sencilla?

1. “No fui a ustedes con excelencia de palabras o sabiduría…” (v.1) ¿Por qué Pablo decide predicar con sencillez, y no buscando impresionar? ¿Te cuesta a veces ser simple y auténtico por temor a no ser suficiente?
2. “Me propuse no saber entre ustedes cosa alguna sino a Jesucristo, y a este crucificado.” (v.2) ¿Por qué es tan central el enfoque en Cristo crucificado, por encima de cualquier otro tema? ¿Qué pasaría en tus conversaciones o servicio si Jesús fuera siempre tu centro?
3. “Me presenté ante ustedes con debilidad, temor y mucho temblor…” (v.3) ¿Qué nos enseña Pablo sobre la vulnerabilidad y la dependencia de Dios? ¿Cómo puedes dejar que Dios obre a través de tus limitaciones?
4. “Mi mensaje y mi predicación no fueron con palabras persuasivas de sabiduría humana…” (v.4) ¿Por qué crees que Dios prefiere mostrar su poder en la sencillez? ¿En qué área de tu vida necesitas dejar de depender de la “apariencia” y confiar en el Espíritu?
5. “Para que la fe de ustedes no dependa de la sabiduría de los hombres, sino del poder de Dios.” (v.5) ¿Qué peligros hay cuando la fe depende de carisma o habilidades humanas? ¿Cómo puedes ayudar a otros a confiar más en Dios y menos en las personas?

Reflexión teológica
Dios no necesita nuestra perfección, sino nuestra dependencia. Cuando nos rendimos y predicamos a Cristo, aunque nos sintamos débiles o limitados, el Espíritu Santo se encarga de tocar corazones. La fe genuina se construye sobre el poder de Dios, no sobre el brillo humano. Esta verdad nos libera del orgullo y del temor al fracaso.

1. Antes de servir, hablar en público o ayudar a alguien, haz una breve oración pidiendo al Espíritu Santo que te guíe y te dé palabras y acciones sencillas pero poderosas.
2. En tu grupo o familia, comparte un testimonio de cómo Dios te usó a pesar de sentirte poco preparado o débil.
3. Esta semana, procura centrarte más en escuchar y dejarte guiar por Dios en lugar de tratar de impresionar a otros con tus conocimientos o habilidades.

Señor, reconozco que muchas veces confío más en mis fuerzas que en tu Espíritu. Te entrego mis miedos, mi debilidad y mi deseo de impresionar. Ayúdame a predicar y vivir tu mensaje con sencillez, para que tu poder se muestre a través de mi vida y la fe de otros crezca en ti. Amén.