Transformados para la eternidad (1 Corintios 15:35-58)

Animar con la certeza de que, a los creyentes, Dios nos dará cuerpos glorificados y victoriosos, libres del pecado y de la muerte, para disfrutar de su presencia eternamente.

Muchas personas se preguntan: “¿Cómo será la vida después de la muerte? ¿Qué clase de cuerpo tendremos?”. Pablo responde con imágenes sencillas pero profundas: así como una semilla debe morir para dar vida a una planta, así nuestro cuerpo mortal será transformado en uno incorruptible. La resurrección no solo asegura que viviremos para siempre, sino que lo haremos en un estado glorioso, perfecto y eterno, sin dolor ni limitaciones.

• ¿Te has imaginado alguna vez cómo será tu cuerpo glorificado en la presencia de Dios?
• ¿Qué sentimientos te produce pensar que un día no habrá más dolor, enfermedad o muerte?
• ¿Cómo cambia tu manera de vivir ahora el saber que la muerte será derrotada?

1. “Lo que tú siembras no se vivifica, si no muere.” (v.36) ¿Cómo ayuda esta imagen a entender la resurrección de los creyentes? ¿Qué significa “morir” para poder recibir un cuerpo nuevo?
2. “Se siembra en corrupción, resucitará en incorrupción.” (v.42) ¿Qué limitaciones de tu cuerpo actual ya no estarán en el nuevo cuerpo? ¿Cómo te motiva esto a perseverar en la fe?
3. “Así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial.” (v.49) ¿Qué implica ser conformados a la imagen de Cristo glorificado? ¿Qué aspectos de tu carácter actual reflejan ya esa transformación?
4. “Esto mortal se vestirá de inmortalidad.” (v.53) ¿Qué nos enseña esto sobre el alcance de la obra de Cristo en nosotros? ¿Cómo puedes vivir menos aferrado a lo temporal?
5. “¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón?” (v.55) ¿Qué significa que la muerte ha sido derrotada?¿Cómo puedes vivir con menos temor al futuro?

Reflexión teológica
La resurrección no es solo volver a la vida, sino recibir una vida nueva en plenitud. La transformación que Dios hará en nosotros es tan radical como la diferencia entre una semilla y un árbol. La victoria de Cristo sobre la muerte nos asegura que el final de nuestra historia no es el sepulcro, sino la eternidad con Él, libres del pecado, el dolor y la corrupción.

1. Enfrenta las pruebas recordando que tu futuro en Cristo es glorioso y seguro.
2. Vive con una mentalidad eterna, invirtiendo más en lo que perdurará que en lo que es pasajero.
3. Comparte con otros la esperanza de la resurrección como fuente de consuelo y fortaleza.

Señor, gracias porque la muerte no tiene la última palabra en mi vida. Gracias por la promesa de un cuerpo nuevo y una eternidad contigo. Ayúdame a vivir cada día con esperanza, firmeza y gratitud por tu victoria. Amén.