El corazón que agrada a Dios (Marcos 12:35–44)

Reconocer que el verdadero discipulado se caracteriza por humildad, sinceridad y entrega total a Dios, más que por reconocimiento humano o abundancia material.

A veces juzgamos el valor de algo por su cantidad o apariencia, pero Dios mira más allá. Jesús, en una misma ocasión, contrastó la religiosidad superficial con la entrega sincera. Esta enseñanza nos reta a preguntarnos: ¿qué ve Dios cuando observa mi corazón?

• ¿Qué motiva más tus acciones: agradar a Dios o recibir aprobación de otros?
• ¿Alguna vez has sentido que tu aporte es demasiado pequeño para importar?
• ¿Qué enseña este pasaje sobre la relación entre lo que damos y lo que guardamos?

1. Jesús enseña sobre el Mesías (v.35–37). ¿Qué pregunta plantea Jesús sobre la relación entre el Mesías y David? ¿Cómo Salmo 110:1 revela la identidad divina del Mesías? ¿Por qué la multitud lo escuchaba con agrado?
2. Advertencia contra los escribas (v.38–40). ¿Qué actitudes y comportamientos critica Jesús? ¿Cómo podemos caer hoy en actitudes similares de religiosidad superficial? ¿Qué significa “recibirán mayor condenación” en este contexto?
3. La ofrenda de la viuda (v.41–42). ¿Qué diferencia había entre las ofrendas de los ricos y la de la viuda? ¿Qué nos enseña sobre el valor que Dios da a lo que ofrecemos? ¿Cómo esta escena refleja fe y dependencia total en Dios?
4. El elogio de Jesús (v.43–44). ¿Por qué Jesús dice que la viuda dio “más que todos”? ¿Qué significa dar “todo lo que tenía para vivir”? ¿Cómo podemos aplicar este principio de generosidad sacrificial?

Reflexión teológica
Dios valora la intención y la entrega más que la cantidad. Jesús, como verdadero Señor y Mesías, conoce el corazón de cada persona y nos llama a vivir con humildad, integridad y fe, confiando en Él para nuestras necesidades.

1. Reconoce que Dios valora la intención del corazón más que la cantidad de lo que das.
2. Ofrece generosamente a Dios algo que represente un sacrificio real para ti.
3. Medita en cómo tu generosidad puede ser un acto de adoración.

Señor, enséñame a vivir para agradarte solo a Ti. Recibe todo lo que soy y tengo como una ofrenda sincera, sin reservas. Amén.