Lucas 21:1–4

Aprender a valorar la generosidad sincera y sacrificial, para vivir una fe que entrega el corazón a Dios más allá de la apariencia o las medidas externas.

Imagina que alguien dona una gran cantidad de dinero y todos lo aplauden, pero en su interior lo hace por reconocimiento. Luego, otra persona da algo pequeño, pero con un corazón lleno de amor, y casi nadie lo nota. ¿Cuál ofrenda crees que conmueve más a Dios? A veces medimos el valor de las cosas por la cantidad, pero Jesús lo mide por la intención. ¿Qué hay en lo más profundo de tus ofrendas y actos de fe?

• ¿Alguna vez recibiste un regalo pequeño pero lleno de significado? ¿Cómo lo valoraste?
• ¿Qué te resulta más fácil: dar cosas materiales o dar tiempo, atención y cuidado?
• Cuando das algo a Dios o a los demás, ¿piensas más en lo que cuesta o en el amor con que lo haces?

1. 21:1 — Jesús observa las ofrendas. ¿Qué ve Jesús cuando las personas depositan dinero en el arca? ¿Qué enseña esto sobre la mirada atenta de Dios? ¿Cómo te hace sentir que Él ve más allá de lo externo?
2. 21:2 — La ofrenda de la viuda. ¿Quién llama la atención de Jesús en medio de muchos ricos? ¿Qué significa que diera “dos moneditas pequeñas”? ¿Qué personas invisibles en la sociedad de hoy podrían estar dando más de lo que imaginamos?
3. 21:3–4 — La medida del corazón. ¿Qué diferencia establece Jesús entre los ricos y la viuda? ¿Por qué su ofrenda es considerada mayor? ¿En qué área de tu vida podrías dar con más amor y entrega, aunque parezca poco a los ojos humanos?

Reflexión teológica
La generosidad en el Reino de Dios no se mide por cantidades, sino por corazones. La viuda pobre no tenía seguridad económica, pero confió todo a Dios. Su ofrenda es un símbolo de fe viva: dio no de lo que le sobraba, sino de lo que le costaba. Jesús nos recuerda que lo que más valora el Padre es la entrega sincera y confiada, porque refleja lo que Él mismo hizo en Cristo: darlo todo por amor.

1. Haz un acto de generosidad esta semana, aunque sea pequeño, pero que te cueste y lo hagas con amor sincero.
2. Dedica un tiempo especial para dar algo de ti (atención, escucha, compañía) a alguien que normalmente pasa desapercibido.
3. Ora antes de dar cualquier ofrenda o ayuda y entrégala como un acto de confianza en Dios, no como obligación.

Señor, gracias porque tú miras el corazón más que las cantidades. Quiero aprender a darte lo mejor de mí, no lo que sobra. Enséñame a vivir con confianza y generosidad sincera, como la viuda que entregó todo en tus manos. Amén.