Mateo 4:1-11

Identificar cómo Jesús enfrentó las tentaciones en el desierto con la Palabra de Dios y aprender a responder a nuestras propias pruebas confiando en nuestra identidad en Cristo y en el poder de la Escritura.

Hay momentos en que nos sentimos más frágiles: cansancio, soledad, hambre de algo que no tenemos. Justo ahí aparecen las tentaciones: atajos fáciles, promesas atractivas, propuestas que parecen inofensivas pero nos alejan de Dios. Jesús también fue tentado, y no en circunstancias cómodas, sino en su momento más vulnerable. Pero Él venció, no con fuerzas humanas, sino aferrándose a la Palabra de Dios y a su confianza en el Padre. ¿Cómo respondes tú cuando el enemigo te ofrece atajos para tu hambre, tu inseguridad o tu deseo de poder?

• ¿Qué tipo de tentaciones sueles enfrentar más seguido: de deseo, de miedo o de poder?
• ¿Qué haces normalmente para resistir cuando sientes una fuerte tentación?
• ¿En qué momentos te sientes más vulnerable a caer?

1. 4:1 — Guiado al desierto. ¿Quién llevó a Jesús al desierto y con qué propósito? ¿Qué nos enseña esto sobre el papel de las pruebas en la vida cristiana? ¿Cómo entiendes que incluso en la tentación, Dios sigue teniendo el control?
2. 4:2-4 — Primera tentación: convertir piedras en pan. ¿Qué necesidad real tenía Jesús? ¿Por qué el enemigo lo invitó a usar su poder para sí mismo? ¿Cómo responde Jesús y qué significa vivir “no solo de pan, sino de toda palabra de Dios”?
3. 4:5-7 — Segunda tentación: probar a Dios. ¿Qué propone el diablo al llevarlo al pináculo del templo? ¿Cómo distorsiona la Escritura? ¿Qué significa para ti hoy no “poner a prueba al Señor” en tu vida de fe?
4. 4:8-10 — Tercera tentación: recibir gloria sin cruz. ¿Qué ofrece el enemigo a Jesús? ¿Qué revela su respuesta sobre quién merece adoración y servicio? ¿Dónde estás tentado tú a tomar atajos para evitar el camino difícil de la obediencia?
5. 4:11 — La victoria y la provisión. ¿Qué sucede después de que Jesús resiste todas las tentaciones? ¿Qué nos enseña esto sobre la fidelidad de Dios después de la prueba? ¿Cómo recuerdas en tu vida momentos donde, tras resistir, Dios te fortaleció?

Reflexión teológica
Jesús, el Hijo amado, enfrenta la tentación como nuevo Adán y como verdadero Israel. Donde otros fallaron, Él permanece fiel. Su victoria no depende de milagros espectaculares, sino de confiar en la Palabra de Dios y obedecer al Padre. La tentación no es pecado en sí; el pecado surge al ceder. Por eso, en Cristo tenemos esperanza: Él sabe lo que significa ser tentado y puede socorrernos (Hebreos 4:15-16). Su victoria abre camino para que también nosotros, fortalecidos por la Palabra y el Espíritu, podamos resistir y permanecer en obediencia.

1. Esta semana, identifica una tentación recurrente en tu vida y enfréntala con un versículo específico de la Biblia. Escríbelo y recuérdalo cuando esa lucha aparezca.
2. Haz un compromiso de no buscar atajos fáciles que comprometan tu fidelidad a Dios, aunque el camino parezca más difícil.
3. Dedica un momento cada día para orar: “Señor, no me dejes caer en tentación, y dame fuerza para obedecerte hoy”.

Jesús, gracias porque venciste en el desierto y abriste camino para nosotros. Tú sabes lo que es ser tentado y me entiendes en mis luchas. Enséñame a responder con tu Palabra, a confiar en el Padre y a adorar solo a Dios. Dame fuerzas para resistir y perseverar en obediencia. Amén.