La enseñanza que viene de Dios (Juan 7:14–24)

Examinar nuestra disposición a dejarse confrontar por la Palabra de Dios, reconociendo que solo una actitud humilde y obediente permite discernir la verdad y superar prejuicios y juicios superficiales.

Todos traemos ideas, costumbres o convicciones formadas por nuestra historia, cultura o incluso nuestra religión. Muchas veces, estos prejuicios pueden ser un obstáculo para escuchar realmente la voz de Dios. Jesús enseñaba con autoridad, pero fue rechazado por quienes no estaban dispuestos a dejar sus formas y abrirse a la voluntad de Dios. Escuchar a Jesús hoy implica preguntarnos: ¿estoy dispuesto a dejar que la Palabra confronte y transforme mis ideas y actitudes?

• ¿Hay alguna enseñanza de la Biblia que te cueste aceptar porque desafía tus ideas previas?
• ¿Tiendes a juzgar rápidamente a personas o situaciones por las apariencias?
• ¿Qué emociones surgen cuando Dios te confronta a través de su Palabra?

1. Jesús enseña en el templo y la gente se asombra por su sabiduría sin estudios formales (v.14–15). ¿Por qué crees que la gente relacionaba autoridad espiritual solo con la educación religiosa formal? ¿En qué áreas sueles poner más confianza en el “currículum” que en el fruto espiritual?
2. Jesús declara que su enseñanza viene de Dios, no de sí mismo (v.16–18). ¿Qué diferencia encuentras entre una enseñanza humana y una que proviene de Dios? ¿Cómo puedes discernir hoy la voz de Dios entre tantas voces y opiniones?
3. Jesús dice que solo quien está dispuesto a hacer la voluntad de Dios podrá reconocer la verdad de su enseñanza (v.17). ¿Qué implica estar dispuesto a obedecer antes incluso de entender o estar de acuerdo? ¿Te atreves a abrirte a lo que Dios quiera decir, aunque desafíe tus costumbres o preferencias?
4. Jesús denuncia la hipocresía: acusan a otros de quebrantar la ley, pero ellos mismos no la cumplen (v.19–23). ¿En qué áreas puedes caer en el riesgo de juzgar a otros más que a ti mismo? ¿Qué te ayuda a mantener un corazón humilde delante de Dios?
5. Concluye: “No juzguen por las apariencias, sino juzguen con justo juicio” (v.24). ¿Cómo puedes practicar un discernimiento más profundo y justo, guiado por la Palabra y el Espíritu de Dios? ¿Qué necesitas cambiar para mirar más allá de lo externo y abrirte a la verdad de Dios?

Reflexión teológica
La verdadera enseñanza espiritual viene de Dios y confronta tanto nuestros prejuicios como nuestra hipocresía. Solo un corazón humilde, dispuesto a obedecer, puede reconocer la verdad y crecer. Jesús llama a no juzgar superficialmente, sino a buscar la justicia y la verdad que solo su Palabra revela. Permitir que la Palabra nos cuestione es un acto de fe y humildad, y el principio de una vida transformada.

1. Haz una revisión de prejuicios: Piensa en áreas donde sueles juzgar rápidamente o aferrarte a tradiciones. Ora pidiendo que la Palabra te muestre la verdad.
2. Lee con apertura: Lee esta semana un pasaje bíblico difícil para ti, pidiendo al Espíritu Santo que te hable y te ayude a obedecer, aunque desafíe tus ideas.
3. Práctica el justo juicio: Antes de emitir una opinión sobre alguien o algo, ora y pide sabiduría a Dios para ver más allá de las apariencias y actuar con justicia y gracia.

Señor Jesús, ayúdame a reconocer tu voz y tu enseñanza, incluso cuando desafían mis ideas o costumbres. Hazme humilde para dejar que tu Palabra confronte y transforme mi corazón. Dame discernimiento para juzgar con justicia y no según apariencias. Quiero obedecerte, aunque tu mensaje me desafíe. Amén.