Mateo 21:18–22

Comprender que la verdadera fe no es apariencia externa, sino confianza viva en Dios que produce fruto y poder en la oración.

¿Te ha pasado ver algo que parece prometedor, pero al acercarte descubres que está vacío? Así ocurrió con Jesús y la higuera: tenía hojas, pero no fruto. Más allá de una simple acción contra un árbol, esto fue una enseñanza profética para los discípulos: Dios busca fe auténtica, no apariencias religiosas. La oración confiada y sincera, como fruto de esa fe, tiene poder para mover lo imposible. La pregunta es: ¿tu fe es solo externa o está dando frutos reales en tu vida?

• ¿En qué áreas de tu vida sientes que tienes “hojas” externas pero poco fruto?
• ¿Qué significa para ti tener una fe que realmente confía en Dios?
• ¿Cómo puedes crecer en una vida de oración que refleje confianza y fruto espiritual?

1. 21:18–19 — La higuera sin fruto. ¿Qué hace Jesús al ver una higuera con hojas pero sin fruto? ¿Qué significa esta acción como señal profética contra la esterilidad espiritual? ¿Cómo puedes examinar tu vida para identificar dónde hay apariencia sin fruto real?
2. 21:20 — La sorpresa de los discípulos. ¿Qué observan los discípulos al ver marchitarse la higuera tan pronto? ¿Qué enseña esta reacción sobre la autoridad y el poder de Jesús? ¿Qué impacto tendría en tu fe recordar que la palabra de Cristo es eficaz y poderosa?
3. 21:21 — Fe que mueve montañas. ¿Qué afirma Jesús sobre la posibilidad de mover montañas con fe? ¿Qué significa esto en el contexto de confianza en Dios y no de magia? ¿Qué “montaña” en tu vida necesita ser enfrentada con oración y fe hoy?
4. 21:22 — La oración con fe. ¿Qué promesa da Jesús sobre pedir en oración con fe? ¿Qué enseña esto sobre la relación entre fe genuina y respuesta de Dios? ¿Cómo puedes fortalecer tu vida de oración para que sea más confiada y fructífera?

Reflexión teológica
La higuera estéril simboliza la religión sin fruto: apariencia externa sin vida interior. Jesús muestra que Dios busca fe genuina que dé fruto en obras y en confianza. La oración que nace de esa fe tiene poder porque descansa en la autoridad de Dios y no en nuestra propia fuerza. El contraste con el templo vacío es claro: Dios no se complace en rituales sin vida, sino en una fe que produce justicia, amor y confianza práctica.

1. Examina esta semana tu vida espiritual: ¿dónde hay hojas externas pero falta fruto real?
2. Escoge un “fruto” específico (amor, servicio, generosidad) y busca ponerlo en práctica como respuesta de fe.
3. Dedica un tiempo de oración diaria, presentando a Dios tu “montaña” y confiando en que Él puede obrar.

Señor Jesús, líbrame de una fe vacía y estéril. Haz que mi vida dé fruto real que honre tu nombre. Aumenta mi confianza en ti para orar con fe y creer que nada es imposible para tu poder. Amén.