Aptos para cuidar (1 Timoteo 3:1–7)

Identificar las cualidades que la Escritura pide a los supervisores (obispos/ancianos) de la iglesia, para evaluarlas con sabiduría y fomentar un carácter que empiece en el hogar y se refleje dentro y fuera de la comunidad.

Quizá te ha pasado: admiras dones visibles —elocuencia, carisma, resultados— y luego, con el tiempo, afloran grietas en el carácter. En el Reino, el cómo importa tanto como el qué. Pablo describe un liderazgo que sirve con madurez, templanza y buen testimonio, empezando por la casa. Este perfil no es una lista para excluir a otros con dureza, sino un mapa para formar pastores que cuidan como Cristo. Entonces, ¿qué rasgos debería priorizar tu iglesia al reconocer y acompañar a sus líderes?

• ¿Qué cualidad de carácter te da más paz al confiar en un líder espiritual? ¿Por qué?
• Cuando piensas en “éxito” ministerial, ¿tiendes a medir más por dones visibles o por fruto del carácter?
• ¿Qué señales en tu hogar y relaciones reflejan (o no) madurez para cuidar a otros?

1. 3:1 — Buen deseo, buena obra. ¿Qué afirma Pablo de quien aspira al cargo de supervisor (obispo/anciano)? ¿Por qué llama “buena obra” al cuidado pastoral, más que a un estatus? Si el llamado es servicio, ¿cómo deberían cambiar tu motivación y tus expectativas?
2. 3:2 — Perfil positivo (parte 1). «Irreprochable, fiel a su cónyuge, sobrio, prudente, respetable, hospitalario, apto para enseñar». ¿Qué tienen en común estas cualidades y cómo protegen a la iglesia? ¿Qué paso concreto podrías dar para crecer en tu capacidad de enseñar?
3. 3:3 — Perfil positivo (parte 2). «No violento ni pendenciero, sino amable; no amante del dinero». ¿Cómo dañan el liderazgo la agresividad y la codicia? ¿Qué prácticas te ayudan a cultivar mansedumbre y contentamiento?
4. 3:4–5 — El hogar como laboratorio. «Que gobierne bien su casa… si no, ¿cómo cuidará la iglesia?» ¿Por qué el cuidado del hogar valida la capacidad de cuidar el rebaño? ¿Qué gesto pastoral puedes practicar primero en casa (escucha, disciplina con amor, hospitalidad)?
5. 3:6 — Madurez probada. «No un recién convertido, para no envanecerse». ¿Qué peligros espirituales enfrenta un líder sin raíces profundas? ¿En qué áreas necesitas más mentoría o tiempo antes de asumir mayor responsabilidad?
6. 3:7 — Testimonio hacia afuera. «Buen informe de los de afuera, para no caer en descrédito». ¿Qué enseña esto sobre la misión y la credibilidad del evangelio? Si tus vecinos te evaluaran, ¿qué verían de Cristo en tu trato y en tu honestidad?

Reflexión teológica
El liderazgo cristiano es carácter puesto al servicio. Los dones importan, pero el Espíritu prioriza madurez visible en la vida personal, la familia y la reputación pública. La autoridad pastoral se verifica en el cuidado: enseñar con verdad, corregir con mansedumbre, hospedar con generosidad, administrar sin codicia. Así, la iglesia refleja al Buen Pastor y evita escándalos que hieren la misión. Esta síntesis mantiene el centro del evangelio y rehúye polémicas denominacionales.

1. Ora cada día por los líderes de tu iglesia y por sus familias, pidiendo integridad, humildad y sabiduría.
2. Pide a dos personas (familia y un hermano en la fe) que te den una retroalimentación breve sobre sobriedad, mansedumbre y generosidad. Ora y define un hábito semanal de crecimiento.
3. Practica este mes una noche de hospitalidad sencilla (mesa abierta, escucha, oración). Evalúa luego: ¿qué aprendiste para el cuidado en la iglesia?
4. Identifica una relación con “los de afuera” que necesite reparación (vecino, colega). Da hoy un primer paso: disculpa, pago pendiente o servicio concreto.

Señor Jesús, Buen Pastor, forma en nosotros carácter semejante al tuyo. Danos sobriedad, mansedumbre y amor por las personas. Enséñanos a cuidar bien nuestra casa y tu iglesia. Amén.