Mateo 6:1-4

Comprender que Jesús enseña a dar con sinceridad y sin buscar reconocimiento humano, para practicar la generosidad como expresión de amor al prójimo y confianza en la recompensa del Padre celestial.

Vivimos en un mundo donde muchos actos buenos se exhiben en redes sociales o se publican para que todos los vean. Aunque no está mal inspirar a otros, Jesús advierte sobre un peligro: hacer el bien solo para ganar aplausos. La verdadera generosidad no busca reconocimiento, sino servir al prójimo en amor y confianza en Dios. Cuando damos en lo secreto, nuestro Padre lo ve y nos recompensa de una manera más profunda que cualquier aplauso humano. ¿Buscas la aprobación de las personas o la recompensa del Padre?

• ¿Alguna vez diste algo solo para que otros te reconocieran? ¿Cómo te sentiste?
• ¿Qué te motiva más a ayudar: el agradecimiento de la gente o el deseo de agradar a Dios?
• ¿Cómo reaccionas cuando haces el bien y nadie lo nota?

1. 6:1 — Advertencia inicial. ¿Qué peligro señala Jesús al practicar la justicia delante de otros? ¿Cuál es la diferencia entre ser ejemplo y buscar reconocimiento? ¿Cómo puedes cuidar tu corazón al hacer buenas obras?
2. 6:2 — No como los hipócritas. ¿Por qué Jesús critica a los que tocan trompeta al dar limosna? ¿Qué significa vivir para los aplausos? ¿Dónde notas en ti la tentación de buscar aprobación en tus actos de fe?
3. 6:3 — Que tu mano izquierda no sepa lo que hace la derecha. ¿Qué imagen usa Jesús para describir la discreción en la generosidad? ¿Cómo se ve hoy dar con humildad y sin ostentación?
4. 6:4 — La recompensa del Padre. ¿Qué enseña Jesús sobre la recompensa de Dios? ¿Cómo es distinta de los aplausos humanos? ¿Qué te motiva más: la aprobación de los demás o la alegría de saber que tu Padre te ve?

Reflexión teológica
La enseñanza de Jesús revela que la verdadera justicia del Reino no es para exhibición, sino para agradar al Padre. La generosidad no es un espectáculo, sino un acto de amor que refleja la gracia de Dios. La recompensa del Padre no se limita a bendiciones materiales, sino que se expresa en su aprobación, en la transformación interior y en la satisfacción de haber actuado según su voluntad. En Cristo, aprendemos a dar no para ser vistos, sino porque hemos recibido generosamente del amor de Dios.

1. Esta semana, haz un acto de generosidad en secreto (ayudar, dar, acompañar) sin contarlo a nadie, confiando en que el Padre lo ve.
2. Revisa tu motivación al dar: ¿buscas reconocimiento humano o la gloria de Dios? Ora pidiendo un corazón sincero.
3. Haz una lista de todo lo que Dios ya te ha dado gratuitamente. Permite que esa gratitud impulse tu generosidad.

Padre, gracias porque tú ves lo que hago en secreto y conoces mi corazón. Enséñame a dar con humildad, no para buscar aplausos, sino para honrarte a ti y bendecir a otros. Amén.